En busca de una coordinación armónica entre cliente y personal, Bambula relaciona ambos mundos en un mismo espacio, pero con diferentes propiedades.

El sector de recepción de los clientes aprovecha la doble altura para presentar en un solo mueble de piso a cielo las telas en venta. Al centro del espacio, una mesa vacía invita a encontrarse con el vendedor mientras se observan y tocan las telas de interés.

La caja, ubicada al final del sector de exhibición, articula la relación entre el sector de los clientes y el del personal. En este último, además de encontrarse las máquinas costureras, se hayan los probadores, lo que inevitablemente relaciona al comprador, con quien ejecuta el trabajo.

Sobre las máquinas costureras, cuelga a media altura una lámpara que entrega la iluminación necesaria para un trabajo técnico. Gracias a su estructura lineal, no interfiere con la espacialidad del local.